Mohamed y Sameer
Veo en el muro de Carlos Martínez esta foto digna de trascender. Está sacada en Damasco, Siria, en 1889. El que camina erguido es un musulmán de nombre Mohamed, invidente. El que va a su espalda es Sameer, cristiano, inválido. Ambos crecieron juntos y sobrevivieron en las calles de Damasco hasta la muerte de Mohamed. Sameer falleció de tristeza una semana después. Habían muerto sus piernas, pero también la mitad de su alma.
El ser humano fue concebido para vivir sin la esclavitud de las doctrinas, los colores, los prejuicios, las fronteras, los fanatismos, las clases sociales… Podréis llamarme quimérico, loco, ingenuo, pero yo, como Mohamed y como Sameer, como millones de seres humanos más, creo posible un mundo así.
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